El test del papado: Descubre si Jorge Bergoglio es lo que dice ser

Fuente del 2019.

En estos días, mucha gente está publicando artículos, blogs, tweets y videos diciendo lo seguros que están de que el jesuita apóstata Jorge Bergoglio es el “papa de la Iglesia Católica”. [O puede que seas de los que les da igual si es o no papa y revisar acá.]

Uno de los argumentos más populares últimamente ha sido que la aceptación universal de él por «la Iglesia» proporciona una garantía infalible de que es el Vicario de Cristo, ya que todos están de acuerdo en que es el Papa. Pero, ¿quiénes son los «Los» que constituyen «la Iglesia» en sus mentes? Es esa gran cantidad de personas que en otras ocasiones los mismos semitradis gustan de denunciar como las víctimas o incluso los autores de una «apostasía silenciosa» – pero cuando todos ellos están colectivamente de acuerdo en que Jorge Bergoglio es el “papa”, bueno, entonces tiene que serlo – ¡cosas que dicen, eh!

Bien, bien, ahora puedes acabar toda la confusión y averiguar con seguridad si Jorge cuando dijo que: «El pluralismo y la diversidad de religión… son expresión de una sabia voluntad divina» [1], Bergoglio realmente es lo que profesa ser; sometiendo su pretensión al papado a una prueba teológica.

¿Cómo? Fácil: vamos a tomar la Constitución Dogmática Pastor Aeternus del Concilio Vaticano (1870), que establece la doctrina y el dogma católicos sobre el papado, y sustituiremos la frase «Pontífice Romano» (y expresiones similares) por la frase «papa Francisco» para ver cómo se lee.

El propósito de este experimento será demostrar las consecuencias que se derivarían de suponer que Francisco es un verdadero “papa”. Realizar esta prueba puede llevar a conclusiones indeseables y a consecuencias temporales inconvenientes. Sin embargo lo que deba guiar es: Mt 10,34-39 y Mt 19,28-29 [2].

También haremos asustes necesarios para que el documento se aplique a Jorge Bergoglio. Todos los cambios realizados se indican en negrita y en rojo. Aunque las modificaciones no comienzan hasta el final del capítulo 2, presentamos el extracto completo para que puedas entender todo en su contexto. El texto original de la Pastor Aeternus, promulgado en 1870 por el Papa Pío IX, puede encontrarse aquí.

Así que, para todos aquellos que están tan seguros de que Francisco es el “papa”, es hora de pescar o cortar el cebo: Si realmente lo creen, entonces la siguiente versión modificada de Pastor Aeternus no debería plantear absolutamente ningún problema para ellos.

Primera Constitución Dogmática sobre la Iglesia de Cristo, Pastor Aeternus.

*Edición especial «Test del papado”

El eterno pastor y guardián de nuestras almas, en orden a realizar permanentemente la obra salvadora de la redención, decretó edificar la Santa Iglesia, en la que todos los fieles, como en la casa del Dios viviente, estén unidos por el vínculo de una misma fe y caridad. De esta manera, antes de ser glorificado, suplicó a su Padre, no sólo por los apóstoles sino también por aquellos que creerían en Él a través de su palabra, que todos ellos sean uno como el mismo Hijo y el Padre son uno. Así entonces, como mandó a los apóstoles, que había elegido del mundo, tal como Él mismo había sido enviado por el Padre, de la misma manera quiso que en su Iglesia hubieran pastores y maestros hasta la consumación de los siglos.

Así, para que el oficio episcopal fuese uno y sin división y para que, por la unión del clero, toda la multitud de creyentes se mantuviese en la unidad de la fe y de la comunión, colocó al bienaventurado Pedro sobre los demás apóstoles e instituyó en él el fundamento visible y el principio perpetuo de ambas unidades, sobre cuya fortaleza se construyera un templo eterno, y la altura de la Iglesia, que habría de alcanzar el cielo, se levantara sobre la firmeza de esta fe.

Y ya que las puertas del infierno, para derribar, si fuera posible, a la Iglesia, se levantan por doquier contra su fundamento divinamente dispuesto con un odio que crece día a día, juzgamos necesario, con la aprobación del Sagrado Concilio, y para la protección, defensa y crecimiento del rebaño católico, proponer para ser creída y sostenida por todos los fieles, según la antigua y constante fe de la Iglesia Universal, la doctrina acerca de la institución, perpetuidad y naturaleza del sagrado primado apostólico, del cual depende la fortaleza y solidez de la Iglesia toda; y proscribir y condenar los errores contrarios, tan dañinos para el rebaño del Señor.

Capítulo 1

Acerca de la institución del primado apostólico en el bienaventurado Pedro

Así pues, enseñamos y declaramos que, de acuerdo al testimonio del Evangelio, un primado de jurisdicción sobre toda la Iglesia de Dios fue inmediata y directamente prometido al bienaventurado Apóstol Pedro y conferido a él por Cristo el Señor. Fue sólo a Simón, a quien ya le había dicho «Tú te llamarás Cefas», que el Señor, después de su confesión, «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo», dijo estas solemnes palabras: «Bendito eres tú, Simón Bar-Jonás. Porque ni la carne ni la sangre te ha revelado esto, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo, tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra será desatado en el cielo». Y fue sólo a Simón Pedro que Jesús, después de su resurrección, le confió la jurisdicción de Pastor Supremo y gobernante de todo su redil, diciendo: «Apacienta mis corderos», «apacienta mis ovejas».

A esta enseñanza tan manifiesta de las Sagradas Escrituras, como siempre ha sido entendido por la Iglesia Católica, se oponen abiertamente las opiniones distorsionadas de quienes falsifican la forma de gobierno que Cristo el Señor estableció en su Iglesia y niegan que solamente Pedro, en preferencia al resto de los apóstoles, tomados singular o colectivamente, fue dotado por Cristo con un verdadero y propio primado de jurisdicción. Lo mismo debe ser dicho de aquellos que afirman que este primado no fue conferido inmediata y directamente al mismo bienaventurado Pedro, sino que lo fue a la Iglesia y que a través de ésta fue transmitido a él como ministro de la misma Iglesia.

Por lo tanto, si alguien dijere que el bienaventurado Apóstol Pedro no fue constituido por Cristo el Señor como príncipe de todos los Apóstoles y cabeza visible de toda la Iglesia militante; o que era éste sólo un primado de honor y no uno de verdadera y propia jurisdicción que recibió directa e inmediatamente de nuestro Señor Jesucristo mismo: sea anatema.

Capítulo 2:

Sobre la perpetuidad del primado del bienaventurado Pedro en los Romanos Pontífices

Aquello que Cristo el Señor, príncipe de los pastores y gran pastor de las ovejas, instituyó en el bienaventurado Apóstol Pedro, para la perpetua salvación y perenne bien de la Iglesia, debe por necesidad permanecer para siempre, por obra del mismo Señor, en la Iglesia que, fundada sobre piedra, se mantendrá firme hasta el fin de los tiempos. «Para nadie puede estar en duda, y ciertamente ha sido conocido en todos los siglos, que el santo y muy bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor del género humano, y que hasta este día y para siempre él vive», preside y «juzga en sus sucesores» los obispos de la Santa Sede Romana, fundada por él mismo y consagrada con su sangre.

Por lo tanto todo el que sucede a Pedro en esta cátedra obtiene, por la institución del mismo Cristo, el primado de Pedro sobre toda la Iglesia. «De esta manera permanece firme la disposición de la verdad, el bienaventurado Pedro persevera en la fortaleza de piedra que le fue concedida y no abandona el timón de la Iglesia que una vez recibió». Por esta razón siempre ha sido «necesario para toda Iglesia -es decir para los fieles de todo el mundo-» «estar de acuerdo» con la Iglesia Romana «debido a su más poderosa principalidad», para que en aquella sede, de la cual fluyen a todos «los derechos de la venerable comunión», estén unidas, como los miembros a la cabeza, en la trabazón de un mismo cuerpo.

Por lo tanto, si alguno dijere que no es por institución del mismo Cristo el Señor, es decir por derecho divino, que el bienaventurado Pedro tenga perpetuos sucesores en su primado sobre toda la Iglesia, o que el “papa” Francisco no es el sucesor del bienaventurado Pedro en este misma primado: sea anatema.

Capítulo 3:

Sobre la naturaleza y carácter del primado del Romano Pontífice

Y así, apoyados por el claro testimonio de la Sagrada Escritura, y adhiriéndonos a los manifiestos y explícitos decretos tanto de nuestros predecesores los Romanos Pontífices como de los concilios generales, nosotros promulgamos nuevamente la definición del Concilio Ecuménico de Florencia, que debe ser creída por todos los fieles de Cristo, a saber, que «la Santa Sede Apostólica y el “papa” Francisco mantienen un primado sobre todo el orbe, y que el mismo “papa” Francisco es sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los apóstoles, y que es verdadero vicario de Cristo, cabeza de toda la Iglesia, y padre y maestro de todos los cristianos; y que al “papa” Francisco, en el bienaventurado Pedro, le ha sido dada, por nuestro Señor Jesucristo, plena potestad para apacentar, regir y gobernar la Iglesia universal; tal como está contenido en las actas de los concilios ecuménicos y en los sagrados cánones».

Por ello enseñamos y declaramos que la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el principado de potestad ordinaria sobre todas las otras, y que esta potestad de jurisdicción del “papa” Francisco, que es verdaderamente episcopal, es inmediata. A ella están obligados, los pastores y los fieles, de cualquier rito y dignidad, tanto singular como colectivamente, por deber de subordinación jerárquica y verdadera obediencia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, sino también en lo que concierne a la disciplina y régimen de la Iglesia difundida por todo el orbe; de modo que, guardada la unidad con el “papa” Francisco, tanto de comunión como de profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un sólo rebaño bajo un único Supremo Pastor. Esta es la doctrina de la verdad católica, de la cual nadie puede apartarse de ella sin menoscabo de su fe y su salvación.

Esta potestad del “papa” Francisco de ninguna manera desacredita aquella potestad ordinaria e inmediata de la jurisdicción episcopal, por la cual los obispos, quienes han sido puestos por el Espíritu Santo como sucesores en el lugar de los Apóstoles, cuidan y gobiernan individualmente, como verdaderos pastores, los rebaños particulares que les han sido asignados. De modo que esta potestad sea es afirmada, apoyada y defendida por el “papa” Francisco; como ya San Gregorio Magno dice: «Mi honor es el honor de toda la Iglesia. Mi honor es la fuerza inconmovible de mis hermanos. Entonces yo recibo verdadero honor cuando éste no es negado a ninguno de aquellos a quienes se debe».

Además, se sigue de aquella potestad suprema del “papa” Francisco de gobernar la Iglesia universal, que él tiene el derecho, en la realización de este oficio suyo, de comunicarse libremente con los pastores y rebaños de toda la Iglesia, de manera que puedan ser enseñados y guiados por él en el camino de la salvación. Por lo tanto condenamos y rechazamos las opiniones de aquellos que sostienen que esta comunicación del “papa” Francisco con los pastores y rebaños puede ser lícitamente impedida o que debería depender del poder secular, lo cual los lleva a sostener que lo que es determinado por la Sede Apostólica o por su autoridad acerca del gobierno de la Iglesia, no tiene fuerza o efecto a menos que sea confirmado por la aprobación del poder secular.

Ya que el “papa” Francisco, por el derecho divino del primado apostólico, presida toda la Iglesia, de la misma manera enseñamos y declaramos que el “papa” Francisco es el juez supremo de los fieles, y que en todos, las causas que caen bajo la jurisdicción eclesiástica se puede recurrir a su juicio. El juicio del “papa” Francisco (de la cual no hay autoridad más elevada) no está sujeto a revisión de nadie, ni a nadie le es lícito juzgar acerca de su juicio. Y por lo tanto se desvían del camino genuino a la verdad quienes mantienen que es lícito apelar sobre los juicios del “papa” Francisco a un concilio ecuménico, como si éste fuese una autoridad superior al “papa” Francisco.

Así, pues, si alguno dijere que el “papa” Francisco tiene tan sólo un oficio de supervisión o dirección, y no la plena y suprema potestad de jurisdicción sobre toda la Iglesia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, sino también en lo concerniente a la disciplina y gobierno de la Iglesia dispersa por todo el mundo; o que el “papa” Francisco tiene sólo las principales partes, pero no toda la plenitud de esta suprema potestad; o que esta potestad suya no es ordinaria e inmediata tanto sobre todas y cada una de las Iglesias como sobre todos y cada uno de los pastores y fieles: sea anatema.

Capítulo 4

Sobre el magisterio infalible del “papa” Francisco

Aquel primado apostólico que el “papa” Francisco posee sobre toda la Iglesia como sucesor de Pedro, príncipe de los apóstoles, incluye también la suprema potestad de magisterio. Esta Santa Sede siempre lo ha mantenido, la práctica constante de la Iglesia lo demuestra, y los concilios ecuménicos, particularmente aquellos en los que Oriente y Occidente se reunieron en la unión de la fe y la caridad, lo han declarado.

Así los padres del cuarto Concilio de Constantinopla, siguiendo los pasos de sus predecesores, hicieron pública esta solemne profesión de fe: «La primera salvación es mantener la regla de la recta fe… Y ya que no se pueden pasar por alto aquellas palabras de nuestro Señor Jesucristo: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia», estas palabras son confirmadas por sus efectos, porque en la Sede Apostólica del “papa” Francisco la religión católica siempre ha sido preservada sin mácula y se ha celebrado la santa doctrina. Ya que es nuestro más sincero deseo no separarnos en manera alguna de esta fe y doctrina… esperamos merecer hallarnos en la única comunión que el “papa” Francisco predica, porque en ella está la solidez íntegra y verdadera de la religión cristiana».

Y con la aprobación del segundo Concilio de Lyon, los griegos hicieron la siguiente profesión: «La Santa Iglesia Romana del “papa” Francisco posee el supremo y pleno primado y principado sobre toda la Iglesia Católica. Ella verdadera y humildemente reconoce que ha recibido éste, junto con la plenitud de potestad, del mismo Señor en el bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, cuyo sucesor es el “papa” Francisco. Y puesto que ella tiene más que las demás el deber de defender la verdad de la fe, si surgieran preguntas concernientes a la fe, es por su juicio del “papa” Francisco que estas deben ser definidas».

Finalmente se encuentra la definición del Concilio de Florencia: «El “papa” Francisco es el verdadero vicario de Cristo, la cabeza de toda la Iglesia y el padre y maestro de todos los cristianos; y a él fue transmitida en el bienaventurado Pedro, por nuestro Señor Jesucristo, la plena potestad de cuidar, regir y gobernar a la Iglesia universal».

Para cumplir este oficio pastoral, nuestros predecesores trataron incansablemente que el la doctrina salvadora de Cristo se propagase en todos los pueblos de la tierra; y con igual cuidado vigilaron de que se conservase pura e incontaminada dondequiera que haya sido recibida. Fue por esta razón que los obispos de todo el orbe, a veces individualmente, a veces reunidos en sínodos, de acuerdo con la práctica largamente establecida de las Iglesias y la forma de la antigua regla, han referido a esta Sede Apostólica del “papa” Francisco especialmente aquellos peligros que surgían en asuntos de fe, de modo que se resarciesen los daños a la fe precisamente allí donde la fe no puede sufrir mella. Los Romanos Pontífices, también, como las circunstancias del tiempo o el estado de los asuntos lo sugerían, algunas veces llamando a concilios ecuménicos o consultando la opinión de la Iglesia dispersa por todo el mundo, algunas veces por sínodos particulares, algunas veces aprovechando otros medios útiles brindados por la divina providencia, definieron como doctrinas a ser sostenidas aquellas cosas que, por ayuda de Dios, ellos supieron estaban en conformidad con la Sagrada Escritura y las tradiciones apostólicas.

Así el Espíritu Santo fue prometido al “papa” Francisco, no de manera que pudiera, por revelación suya, dar a conocer alguna nueva doctrina, sino que, por asistencia suya, ellos pudieran guardar santamente y exponer fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe. Ciertamente su apostólica doctrina fue abrazada por todos los venerables padres y reverenciada y seguida por los santos y ortodoxos doctores, ya que ellos sabían muy bien que esta Sede del “papa” Francisco siempre permanece libre de error alguno, según la divina promesa de nuestro Señor y Salvador al príncipe de sus discípulos: «Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y cuando hayas regresado fortalece a tus hermanos».

Este carisma de una verdadera y nunca deficiente fe fue por lo tanto divinamente conferida a Pedro y al “papa” Francisco en esta cátedra, de manera que puedan desplegar su elevado oficio para la salvación de todos, y de manera que todo el rebaño de Cristo pueda ser alejado por ellos del venenoso alimento del error y pueda ser alimentado con el sustento de la doctrina celestial. Así, quitada la tendencia al cisma, toda la Iglesia es preservada en unidad y, descansando en su fundamento, se mantiene firme contra las puertas del infierno.

Pero ya que en esta misma época cuando la eficacia salvadora del oficio apostólico es especialmente más necesaria, se encuentran no pocos que desacreditan su autoridad, nosotros juzgamos absolutamente necesario afirmar solemnemente la prerrogativa que el Hijo Unigénito de Dios se dignó dar con el oficio pastoral supremo al “papa” Francisco.

Por esto, adhiriéndonos fielmente a la tradición recibida de los inicios de la fe cristiana, para gloria de Dios nuestro salvador, exaltación de la religión católica y salvación del pueblo cristiano, con la aprobación del Sagrado Concilio, enseñamos y definimos como dogma divinamente revelado que:

El “papa” Francisco, cuando habla ex cathedra, esto es, en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, cuando el “papa” Francisco define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del “papa” Francisco son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables.

De esta manera si alguno, no lo permita Dios, tiene la temeridad de contradecir esta nuestra definición: sea anatema.

¿Cómo le fue? Cualquiera que tenga un conocimiento aunque sea rudimentario del único catolicismo que el mundo conoció hasta la muerte del Papa Pío XII, puede ver que Jorge Bergoglio ¡NO PASA LA PRUEBA DEL PAPADO! [De seguro habrá quienes no terminarán de leerlo]

[¿Serías capaz de someterte y obedecer al papa, bajo condena si no lo haces como lo definió Bonifacio VIII, de la misma manera a San Pío X, como a Francisco? Si tu respuesta es un NO, te felicitamos; ya que solo un legítimo Papa debe ser obedecido; un falso papa como Bergoglio debe ser rechazado como a cualquier falso pastor protestante de por la esquina del lugar donde vives o más allá.]

Ahora bien, antes de concluir que allí las puertas del infierno han prevalecido contra otra “iglesia”, hay algunas cosas que podría saber:

● El Papado y el sedevacantismo: ¿Han prevalecido las puertas del infierno?

● El Cardenal Manning sobre el Papa y el Anticristo: La gran apostasía anunciada

El papado y la pasión mística de la Iglesia

● 1. El Padre Berry sobre la persecución de la Iglesia en los últimos días (Parte 1): Satanás atacará al papado

● 2. El Padre Berry sobre la Persecución de la Iglesia en los Últimos Días (Parte 2): La falsa Iglesia imitará a la verdadera

● 3. El Padre Berry sobre la Persecución de la Iglesia en los Últimos Días (Parte 3): El falso Papa y la Santa Sede vacante

Una Profecía de 1869: «Satanás va a emprender los más feroces ataques para tratar de aniquilar a la Iglesia»

Así que ahora: «No seáis incrédulos, sino creyentes» (Jn 20,27)

***

● ¿El sedevacantismo es o no católico?

La solución a la vacancia de la Sede.


Notas agregadas por este blog. Hay hipervínculos que se añadieron, y otros que se cambiaron por su versión en español.

La imagen de arriba fue extraída de acá.

[1] Fuente acá, párrafo 27°, de la página web del Vaticano.

[2] «No tenéis que pensar que Yo haya venido a traer la paz a la tierra: no he venido a traer la paz sino la guerra; pues he venido a separar al hijo de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra; y los enemigos del hombre serán las personas de su misma casa. Quien ama al padre o a la madre más que a Mí, no merece ser mío; y quien ama al hijo o a la hija más que a Mí, tampoco merece ser mío. Y quien no carga con su cruz y me sigue, no es digno de Mí, Quien a costa de su alma conserva su vida, la perderá; y quien perdiere su vida por amor mío, la volverá a hallar.»; «Jesús les respondió: En verdad os digo que vosotros, que me habéis seguido, en el día de la resurrección universal, cuando el Hijo del hombre se sentará en el solio de su majestad, vosotros también os sentaréis sobre doce sillas, y juzgaréis a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que dejare casa, hermanos, o hermanas, padre, o madre, o esposa, o hijos, o heredades por causa de mi nombre, recibirá cien veces más, y poseerá después la vida eterna.»

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